Luego de haber andado de fiesta la semana pasada, ya de regreso a la realidad… esa realidad que en ocasiones resulta tan ruda o para algunos un cuento de hadas; al final una historia muy particular.
Ha esa fiesta a la que me refería renglones arriba fue la de Terremoto, lugar dónde muchos de nosotros encontramos un lugar para podernos expresar, ya que existe una gran diversidad en los géneros musicales que ahí suenan. Prueba de ello es que los asistentes pudimos escuchar desde el clásico sonido que ameniza los bailes en las colonias populares hasta el hard core que prende a la banda. No sin antes pasar por el tribal y el reguetón que se ha hecho fundamental entre los chavos de esta época.
Al principio el ruido comenzó con Zoé, banda de rock mexicano ya con varios años en el medio y que para suerte aporta mucho al género. Con eso calentamos motores. Minutos después la cumbia se escucho por todo el lugar. Muchos tratamos de encadenar esa rama guapachosa que llevamos dentro. Igual y, tratamos de no “traicionar” esa imagen que hemos cultivado por tanto tiempo, pero al final no somos nosotros mismos.
Ya con unas chelas encima, la pose quedo atrás y le empezamos a sacar brillo a la pista… unos demostrando que la cumbia la llevan en el alma y sacando a relucir sus mejores pasos. Otros, como dios les dio a entender, trataban de llevar el paso.
Con el paso del tiempo, el ambiente y la atmósfera iban subiendo de todo. Así llegamos al momento de sotar la mata y que ésta se revolviera por los aires, como una bestia sin salvaje.
El metal y hard core de los ritmos más incomprendidos creo yo, sufrieron de algún tipo de intolerancia (cabe mencionar que éste no fue el tono de la fiesta), nada grave.
En general, entre los locutores y todas las personas que hacen posible Terremoto y los escuchas, podemos llegar a la conclusión de que fue una fiesta llena de tolerancia y diversión…
No hay comentarios:
Publicar un comentario